La abaderada

Publicado en por Valeria

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Cuando estalla la guerra del 68, Bayamo es un paraíso para los hacendados sacarócratas. En su zona está concentrada gran parte de la riqueza agraria de Cuba. Las chimeneas de numerosos ingenios elevan al aire azul su humo opulento. El ganado pasta abundante en sus verdes llanos. Los frutos menores se dan profundos, sabrosos, fáciles, en sus extensas fincas de cultivo. Las arboledas de frutales deliciosos son como oleaje susurrante en un mar lleno de aromas. Parece que el sudor y la sangre negros son poderosos fertilizantes. El cauto, ancho y majestuoso, al unirse con el río Bayamo permite la entrada de embarcaciones de bastante calado, lo que facilita el comercio y da vida inusitada a la región. En la mañana del día 17 de octubre de 1868, siete días después de resonar en el aire claro de Yara el grito lanzado por Carlos Manuel de Céspedes, al que respondió la voz de la campana de su feudo La Demajagua, coreada por el alarido de libertad de sus esclavos, el ingenio Las Mangas, de Perucho Figueredo, es foco de activa conspiración. En el comedor de la casa de vivienda están sentados los conspiradores. La mañana entra a raudales por la galería de persianas que da al jardín y en los árboles cantan los sinsontes y revolotean las bijiritas y los tomeguines, como si la vida no fuera a perder su paz, mientras para un grupo de cubanos dignos se inicia el drama de diez años en que Cuba se desangrará en su primera lucha armada por conquistar la independencia.
En el grupo resalta la belleza de Candelaria y Luz Figueredo, que serán ejemplo del valor de las cubanas y de su firmeza en resistir las penalidades de cruenta guerra.Yo seré muy jovencita, pero siento el amor a Cuba y el ansia de verla libre con la misma intensidad con que pueden sentirla ustedes los hombres.Perucho, ¡qué bien has sabido inculcar en tus hijos el ideal de Cuba libre!No sé, Joaquín…a veces miro a estas hijas mías y veo en sus ojos un resplandor que me asusta… pero no he podido enseñarlas a ser cobardes.Brindemos por Cuba, por Carlos Manuel, por todos los cubanos. Quien sabe si ésta va a ser la última comida que hagamos juntos…
Joaquín Agüero levanta se copa y, mirando a Candelaria, lanza la frase que marcará su destino.
Para que nuestro triunfo sea completo necesitamos una abanderada…
Yo me atrevo a ser la abanderada.La madre vierte lágrimas de temor y orgullo. Los hombres se ponen de pie, y ante el padre se arrodilla la hija de dieciséis años a recibir la insignia de Cuba.Candelaria Figueredo: Solemnemente te proclamo abanderada de la División de Bayamo. Que sean tuyos el valor y la fortaleza para que nunca dejes caer de tus manos esta bandera. El 18 de octubre, a las seis de la mañana, sale del ingenio la tropa de Perucho Figueredo, compuesta por unos valientes que no llevan, en su mayoría, más armas que el machete.
Al frente monta, luciendo al sol recién nacido su belleza esplendente, la abanderada. A sus costados van sus dos ayudantes: Carlos Manuel de Céspedes y Céspedes y Gustavo Figueredo, que entre los dos no cuentan cuarenta años.Emprenden el camino de la ciudad, y al llegar a las márgenes del río Bayamo, de entre las lomas y los maniguales van saliendo contingentes de hombres, campesinos y esclavos, que se unen a la que será división gloriosa.
  
 Empinando a los estribos, Figueredo manda:
¡Abanderada! ¡Ondee usted la bandera!
Y por primera vez, en aquel pedazo de tierra cubana, se alza al viento la estrella solitaria, sostenida por las manos de una virgen.Inmensa multitud espera a los patriotas a la entrada de la población. La bullente ola humana llega a la plaza de Armas, y allí, mientras los colores de Cuba llenan el cielo, cruzando la pierna sobre su montura, arrebatado por el entusiasmo, Perucho Figueredo improvisa la letra del Himno de Bayamo.No habrá pluma que pueda describir la emoción electrizarte de aquel momento. La plaza de Armas y el fuerte donde se han parapetado los españoles son asaltados a los acordes del himno bayamés, y con sus notas, que la multitud aprende rápidamente, se acompaña el combate que dura tres noches y tres días, hasta que el 21 de octubre de 1868 la guarnición refugiada en el fuerte se rinde a las fuerzas insurrectas.Después de tres meses de ocupación, forzados los cubanos a abandonarlo, en la noche del 28 de enero 1869 Bayamo arde.Dos años han pasado el incendio. Dos años de sufrimientos son tasa para las familias heroicas.La finca Valenzuela en el caserío El Mijial, en los más intricado de los montes de Jobabo, es una estancia arruinada donde las Figueredo, con unos cuantos antiguos esclavos, no pueden dar abasto para mantener la tierra productiva. La mala hierba crece en los potreros vacíos y en las cochiqueras y los corrales desiertos.
Isabel Vázquez de Figeredo, con sus hijas mayores Candelaria y Luz, Yayita que es todavía una niña y un enjambre de hijos pequeñitos, lucha denodadamente por mantener alta la oral de muchos bayameses que comparten con ellos la honrosa miseria. Borja de Céspedes, hermana del padre de la patria, está entre ellos.Hoy es el día 12 de agosto de 1870. Cae la noche dulcemente sobre el campo; cae la noche siempre dulcemente, pues no parece el cielo enterarse nunca de que abajo, en la tierra, los hombres se dejan matar y matan por sus ideales. Fatigadas por duro trabajo que les impone la necesidad de arrancarle al suelo el sustento, tres muchachas descansan en el portal de la casa de vivienda.Si no fuera por la angustia de no saber de los hermanos y los padres, con cuánta alegría se soportarían estas penalidades que nos hemos impuesto por hacer a Cuba independiente.Yo a cada rato sueño con nuestra ciudad antes del incendio. Se me presenta el panorama con las azules montañas de la sierra…; el río Bayamo, que corre cantando apresurado por llegar a la entrada majestuosa del Cauto…; el salto del Guamá…; los valles como esmeraldas… Pues yo no olvido nunca que soy la abanderada de la División de Bayamo. Las letras del himno que escribió mi padre me las clavó bien hondo en el corazón.La conversación es interrumpida por un tiroteo súbito y nutrido. Los españoles han apresado en el monte a Perucho Figueredo que, enfermo de tifus, viene a morir al lado de Isabel y de sus hijas. Yayita ha corrido para la manigua, llamada por el negro Severino que acompaña al padre. La madre, con 7 hijos pequeños, terrible y querida impedimenta, se ve separada del agonizante que, junto con Yayita se llevan los españoles. La hija mayor, con Borja de Céspedes, huye perseguida por el enemigo.El día17 es fusilado en Santiago de Cuba Perucho Figueredo, y en esos momentos, incomunicadas en el fuerte Zaragoza, lloran desesperadamente Candelaria y Borja.El tigre Balmaseda se ha enfrentado sorprendido con la extraña juventud, la belleza deslumbrante, y la actitud recatada de la niña que entró en Bayamo al frente de las tropas insurrectas.A ésta cubanita le fulgura el pelo, le fulguran los ojos magníficos –piensa el joven comandante, ayudante Almoguera, que siente subirle al corazón una emoción nueva que la ahoga.Digna, en su actitud de insurrecta irreductible, Candelaria da muestras de una sangre fría y un valor imponentes.Señorita Figueredo, usted a escrito a Carlos Manuel de Céspedes una carta en la declara usted que prefiere la muerte antes de caer en manos españolas…
La he escrito. Pero no me diga, general Valmaseda, que se necesita pretexto para fusilarme. Yo sigo siendo la abandera da de la División de Bayamo. Eso es lo que no puedo comprender… ¡Cómo una niña ha llegado a eso! Es que los hombres de su familia…General Valmaseda, ¡en mi familia hasta los niños son hombres! Los que no han muerto todavía, están en el campo luchando contra España.Valmaseda violentamente da por terminada la entrevista. Manda que las muchachas sean devueltas a su celda y que se las mantengan en la estricta incomunicación. Y es al comandante Almoguera, el del corazón palpitante de amor, a quien encarga la custodia de las prisioneras.Luz a logrado llegar disfrazada a la ciudad, angustiada por los rumores que de la muerte del padre y de la hermana han llegado a la manigua lejana. Y revestida de la inexperiencia de sus catorce años solicita una entrevista con Valmaseda.Modesta y sencilla, pero con luz de rebeldía en los ojos, tan bellos como los de Candelaria, entra sin miedo en la guarida del Tigre.Soy Luz Figueredo y vengo a preguntarle por mi hermana. Afuera dicen que usted la ha fusilado y vengo a compartir su suerte.Ustedes me llaman el Tigre, pero a juzgar por los cachorros, me parece que el tigre era su padre.En el corazón de Valmaseda tiene que haberse levantado un sentimiento de envidia hacia el cubano que hace esos cachorros. Manda a internar a Luz con Candelaria y con Borja.El día 12 de octubre de 1871, a las diez de la mañana, el comandante Almoguera entrega a las tres muchachas a la orden de Valmaseda significándoles que si antes del día 17 no ha salido de Cuba, serán mandadas a la isla de Fernando Poo en la fragata  ¨La Numancia ¨ que se hará a la vela en esa fecha rumbo a las costas africanas. ¿Qué recursos podemos alegar nosotras estando presas e incomunicadas? No tenemos ropa… no sabemos de los nuestros, que no pueden acercársenos… ¿Cómo vamos a prepararnos para salir de Cuba?Comandante Almoguera, diga usted al General Valmaseda que haga de nosotras lo que quiera. Esta celda o Fernando Poo ¿qué más da? Yo me encargo de ustedes… Yo las embarcaré para Nueva York a reunirse con Francisco Vicente Aguilera.¡Comandante! Expone usted demasiado por nosotras…Lo sé. Y en esta hora solemne voy a atreverme a decirle, Candelaria, que la amo como no volveré a querer jamás  mujer alguna…. Yo sé que usted no será para mí…; pero no quiero que vea usted siempre en mí al enemigo… quiero que me recuerde como al hombre desgraciado a quien un destino muy cruel puso en un campo contrario al suyo.El día 13 de octubre amanece tempestuoso. Un huracán desmelena los árboles y levanta en el mar montañas de espuma. Hasta las aguas tranquilas de la bahía balancean a los barcos anclados en los muelles. La mañana no logra romper la cortina gris de las nubes, que descargan un aguacero formidable. Los voluntarios, que presionan a Valmaseda para que acabe de disponer la suerte de las Figueredo y de la hermana del aborrecido Céspedes, no sospechan que las prisioneras se están enfrentando con la furia de los elementos. Vestidas de hombre las saca de Cuba un contrario generoso, un valiente militar español a quien le ha nacido en el alma un amor imposible. Las lleva a un bote, tras una travesía peligrosísima que sólo la fuerza de sus sentimientos hace posible, a bordo del bergantín de bandera norteamericana ¨Amnie¨ que comanda el capitán Williams y está cargando madera en el puerto de Nueva York.
Profundamente emocionado, Almoguera pone en manos de Candelaria un paquete que le ruega abrir a los dos días exactos de navegación, a mediodía.Quiero estar presente en espíritu.. y le ruego que antes de partir haga votos con migo… Nosotros no volveremos a vernos nunca…Yo no olvidaré este gesto suyo. ¿Qué votos podemos hacer desde el fondo de nuestras almas, en los que no se vean opuesto nuestros más sagrados sentimientos? ¿Y si yo hago votos con usted porque Cuba obtenga algún día su independencia..?Yo no veré nunca en usted a un representante del enemigo que fusiló a mi padre… sino a un hombre que honra a su patria con su caballerosidad y su valiente gesto de protección y amparo…A los dos días exactos de navegación, en la calma resplandeciente del mar aquietado después de la tormenta, y en la calma desacostumbrada que les proporciona el haberse alejado del escenario de tanto dolor y tanta pena, las muchachas abren, llenas de curiosidad, el paquete que el comandante Almoguera puso en manos de Candelaria.Contiene un retrato del opuesto militar dedicado a: un amor inolvidable y sagrado, objetos de toilette, los más refinados que pudo encontrar, ropas, papel de escribir y unas cuantas onzas de oro.Candelaria contempla, con ojos brillantes de lágrimas, extenderse sobre los campos ensangrentados de su patria la bandera que la une para siempre a la historia, la bandera amada por encima de todas las fuerzas de la vida, que la separa inexorablemente de un buen amor.

    

 

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