La Carga de El Carril

Publicado en por Valeria

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El día doce de marzo de 1874, en una de las tardes más hermosas que han lucido bajo el cielo azul de nuestra patria, pasaba revista el general máximo Gómez a todas las fuerzas a su mando, desplegadas en una extensa llanura del magnifico potrero camagüeyano Antón de Yanusí.El brigadier Reeve, el Inglesito, mantiene en espléndidas condiciones a su caballería, y el coronel mexicano José González Guerra, al frente de las tropas de caballería de las Villas, no se queda atrás. El contingente oriental del coronel Ricardo Céspedes es formidable.Manda el general Gómez una columna exploradora a una legua de la vanguardia, inmediatamente antes de partir para Jimaguayú. Al llegar los exploradores a las Guasímas de Machado, vieron una gruesa columna española acampadas en unas casas derruidas del potrero. Es la columna que había salido de Puerto Príncipe al mando de brigadier Armiñán: seis batallones, cuatro piezas de artillería y 600 guerrilleros.A la salida del potrero hay un largo pasadizo llamado El Carril. Está formado por montaña que lo cierra por un lado y una doble cerca de maya por el otro. En ese callejón se dio la carga más sangrienta de toda la historia de Cuba.

Toda la columna cubana pasa por El Carril. El general Gómez, erguido en su caballo Cinco, arenga a su tropa en su forma habitual: sobria, concisa, segura.

  • Tenemos delante una columna española, la mejor que ha cruzado hasta ahora los campos de Cuba, según mis informes, mandada por el brigadier Armiñán, dispuesta a interceptarnos el paso a Jimagüayú. Yo tengo un plan. Necesito 50 hombres, 50 voluntarios dispuestos a morir.

Los hombres se atropellan en su afán de ser escogidos. Gómez ha pedido 50 voluntarios; se le ofrecen mil.El coronel Gómez, con 50 números, es seleccionado. La voz de Gómez vuelve a sonar, un poco metálica, cortante como un machete:

  • Coronel Gómez vaya hacia el enemigo. Provóquelo; persista y permita que vea claro el corto número de hombre que lleva usted. Armiñán lanzará fuera de su cuadro la caballería, envalentonado por lo escaso de nuestras fuerzas y por la fuga que iniciará usted metiéndose por El Carril. Su objetivo es atraerlo al callejón, lo demás me toca a mí.

Envueltos en una nube de polvo vienen 50 jinetes cubanos, llenando el estrecho camino de El Carril. Detrás con los sables luciendo el sol, los españoles se precipitan en la emboscada tras lo que consideran fácil victoria sobre un número miserable de cubanos.

La confusión es espantosa. La caballería española, al llegar al final del callejón, se ha clavado en la infantería de Oriente, que deja pasar a su vez a las de Camagüey y Las Villas. Los infantes criollos abren paso entonces a su caballería, que se desborda como en torrente en el reducido canal. Los peninsulares, sorprendidos, quieren retroceder, pero tienen el paso cerrado por su propia infantería, que se precipita tras ellos con tremenda fuerza, suponiendo ya aniquilados a los escasos cubanos. Los macheteros de Gómez, con su fiereza famosa, trochan cabezas, despedazan hombros, abren los cuerpos en canal. Los españoles, desmoralizados, aterrorizados, se dejan degollar. Los caballos sin jinetes aumentan la confusión atropellando a los que huyen.La guerra no presenció escena igual a la carga de El Carril.

 

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